Expenews-USS-FUGA

El velero estuvo cerca de un mes anclado en el Río Santa Cruz, sin tripulación a bordo, a la gira frente al edificio de Prefectura Naval Argentina, resistiendo temporales con vientos por sobre los 40 nudos, y mareas de 13 metros que empujaban el agua con una velocidad de hasta seis nudos.

Cuando sube la marea en ese lugar, el agua marina remonta el río Santa Cruz y se enfrenta su caudal, que desagua una inmensa cuenca, la que incluye los lagos Argentino y Viedma, la Laguna del Desierto, y varios ríos tributarios. Ambas masas encontradas, comienzan a subir rápidamente el nivel de las aguas del Río Santa Cruz, hasta superar los 10 metros. Con el cambio de marea, toda esa acumulación de agua se vacía hacia el Atlántico por gravedad, generando una poderosa corriente, que como decía, alcanza hasta seis nudos en Puerto Santa Cruz, y sobre los diez nudos algunas millas río arriba.

Cuando a esa enorme potencia de arrastre le sumamos un temporal con viento del noroeste, la fuerza aplicada sobre la goleta y su ancla se incrementa notablemente. Sin embargo, bastaron cien metros de cadena y dos fondeos, uno danfort y otro bruce de 50 kilos, más un fondo de lodo y pedregullo, para que la goleta permaneciera firme en su sitio. Luego de un mes de estar a la gira, los GPS de la nave nos indicaron que las anclas no habías cedido o "garreado" niun solo metro.

El martes 27 de junio inicié un largo viaje por tierra desde Santiago a Puerto Santa Cruz, recorriendo más de 2500 km. El meteo indicaba que tendríamos una excelente ventana de buen tiempo hacia el final de la semana pasada. En Bariloche me encontré con Leandro Plaza, y seguimos viaje hacia Comodoro Rivadavia, y luego por la ruta 3 hasta Puerto Santa Cruz. Llegamos a destino el viernes en la madrugada. En el río se mecía la goleta solitaria. No existen embarcaciones en Puerto Santa Cruz, salvo algunos kayaks en el "Club Náutico".
Días antes había llegado mi socio Claudio Scaletta, para poner la embarcación a punto de partir, cargando combustible y alimentos.

El viernes 30 de mayo zarpamos de Puerto Santa Cruz a medio día, con la pleamar, luego de despachar la goleta en Prefectura Naval Argentina. Pasando frente a Punta Quilla (nombre dado al lugar donde la HMS Beagle rompió su quilla), salimos a mar abierto y "caímos a estribor", poniendo la proa hacia la boca occidental del Estrecho de Magallanes. 24 horas más tarde pasábamos frente al legendario "Cabo de las 11.000 vírgenes", nombre impuesto por Magallanes a la extremidad norte del la entrada del estrecho que lleva su nombre. Un poco más al oeste, divisamos la Punta Dungeness, hito fronterizo entre Argentina y Chile.

Algunas horas después cayó la noche, mientras pasábamos entre plataformas petroleras de ENAP, en apariencia abandonadas. La noche llegó acompañada de un viento Este de 25 a 30 nudos, poco habitual en el sector, que nos empujó con fuerza a la Primera Angostura, donde pasamos con corriente a favor, sumando 13 nudos. En este punto recibimos el primer llamado radial de la Armada de Chile. Más adelante, cruzamos la Segunda Angostura, también con corriente a favor, y luego divisamos las luces de Punta Arenas.

Como teníamos viento del Este, que ahora rolaba al Sureste, decidimos dejar atrás Punta Arenas, y continuar a la protegida Bahía Chilota, en la entrada de la ciudad de Porvenir. Al lugar llegamos durante las primeras horas de la tarde, tirando el ancla frente al muelle de pescadores. En este sitio la Armada nos prohibió desembarcar, un hecho insólito que jamás vivimos en ninguno de los países por los que navegamos antes. La razón argumentada: no podíamos bajar porque no era un puerto principal. En fin, no fue una cálida bienvenida, como las que estábamos acostumbrados a recibir en cada país que visitamos, pero ello no opacó en nada la inmensa felicidad y satisfacción que sentimos por haber alcanzado la Tierra del Fuego, en la extremidad austral del planeta.

Al día siguiente, domingo 1 de junio, levamos ancla y navegamos hasta Punta Arenas, llegando antes del medio día. Recalamos frente a la ciudad, anclando cerca del Muelle Prat. El viento bajó a cero nudos, y el horizonte por el sur se abrió, dejando ver el Monte Sarmiento y otras cumbres principales de Cordillera Darwin. Un recibimiento glorioso sin duda, de esta tierra anhelada, que nunca olvidaré.

El Monte Sarmiento fue la primera visión de los Andes, y en muchos casos de una montaña con glaciares, que tuvieron por siglos los navegantes procedentes de Europa. Parecía increíble que algunos meses atrás hubiéramos estado allá arriba...

Desembarcamos en el bote auxiliar para realizar los trámites de rigor en Policía Internacional y Capitanía de Puerto, y al día siguiente, durante la noche, llevamos la goleta a un varadero ubicado a ocho kilómetros al sur del centro de la ciudad.

Continuara...

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PD: Como sé que algunas personas de la Armada de Chile siguen este blog, a ellos les comento que cualquier velero que entre al Estrecho de Magallanes por su boca occidental, como el nuestro, pensará en Bahía Chilota como el más seguro puerto de destino, ya que ofrece mejor protección que la rada de Punta Arenas y otros sitios cercanos, como bahía Mansa. En vista de ello, y con el objetivo de promover la seguridad en el mar, Bahía Chilota podría quedar incluida dentro de los territorios insulares a que se refiere el inciso tercero del artículo 7 del Reglamento de Extranjería, sobre todo porque allí ya existe una Capitanía de Puerto:

"En la Isla Navarino, Juan Fernández, y demás territorios insulares en que el Ministerio del Interior, previo informe del Ministerio de Defensa Nacional, determine, el ingreso y control de los extranjeros estará a cargo de la Autoridad Marítima correspondiente, la cual permitirá el desembarco previa retención de la documentación de viaje, la que será devuelta a su titular al momento de viaje o zarpe de la nave o aeronave. De estas operaciones se mantendrán adecuados registros."