Expenews-USS-FUGA

Hola a todos!

El 26 de diciembre zarpamos de Portimao al amanecer. El pronóstico anunciaba cuatro días de buen tiempo en el golfo de Cádiz y más al sur, con vientos que rolarían del noroeste al noreste en forma pendular. Durante los tres primeros días, las condiciones de navegación fueron perfectas, con olas que no superaban los dos metros. El viento rolaba en intervalos de tiempo muy regulares, lo que nos obligaba a navegar en zigzag, virando hacia el sureste o suroeste, pasando la vela de proa (génova) de una banda a otra, para así navegar con viento de “aleta” (casi de popa).

Al cuarto día, el viento aumentó bruscamente de velocidad, alcanzando los 30 nudos, con rachas de hasta 38. Seguimos entonces la máxima simple pero eficaz, que dice: “más viento, menos vela. Menos viento, más vela”. Redujimos la génova y la mesana a la mitad, y arriamos por completo la mayor, consiguiendo así un andar de 7 nudos. La experiencia ya nos había demostrado que este trimado era el más óptimo para esta goleta, con vientos por sobre los 25 nudos. De esa forma el yate es totalmente controlable, ofreciendo un centro velico muy equilibrado. Teniendo dos palos de igual altura, el yate se torna muy “ardiente” con la Génova y mayor izadas. Esto quiere decir que el centro velico se desplaza muy a proa, y el yate tiende a orzar con las rachas de viento (ir hacia el viento), lo que obliga a ejercer una enorme fuerza sobre el timón para corregir el rumbo. Izando la vela mesana (vela de popa) y sacando la mayor, se evita ese efecto, ya que el centro de la superficie velica se aproxima más a popa. La goleta así navega controlada, conservando el rumbo sin mayor trabajo del timón.

En principio teníamos proyectado navegar hasta Palmas de Gran Canaria, pero el anuncio de un fuerte temporal que entraría en el archipiélago antes de que pudiéramos alcanzar puerto, nos persuadió de seguir el “plan B”: Marruecos. Entonces pusimos proa al Este, en dirección a Agadir.

Entramos a la Marina Agadir 15 minutos antes del año nuevo. Desde la costa la gente nos saludaba con entusiasmo etílico.

Agadir es un balneario de grandes contrastes sociales y culturales. En la costanera se cruzan mujeres con bikini y otras con burka, un velo facial que oculta todo el rostro, incluyendo los ojos. Junto al palacio del rey Mohamed VI deambulan los mendigos mutilados, acosando a los turistas para recibir una moneda por cansancio.

En el entorno de la Marina de Agadir existen departamentos y restoranes de lujo, y tiendas de conocidas marcas europeas. A pocos kilómetros, los pastores, insertos en una economía de subsistencia, se las arreglan para cruzar la carretera con sus rebaños, atemorizados por un tráfico que parece no respetar regla alguna, salvo la del más fuerte.

Es imposible acercarse a algún centro de comidas o una feria de artesanías sin que aparezca un grupo de bereberes tratando de vender algo, sea naranjas o dagas. Si compras, no es raro que intenten por todos los medios retener el vuelto, y darte alguna mercadería a cambio. Todo eso, que puede resultar muy chocante para un extranjero, es algo totalmente normal para ellos, incluso en sus propias relaciones comerciales. Sorprende el hecho de que cualquier marroquí, incluso los mendigos, habla al menos cuatro idiomas: bereber, árabe, francés e inglés. Muchos también hablan ruso, polaco, español, italiano y alemán. Casi nadie sabe dónde está Chile, pero la mayoría tiene claro que de allí vienen Marcelo Salas, Iván Zamorano y Alexis Sánchez.

Por estos días la familia real está alojada en Agadir, por lo que las calles se han llenado de policías y militares. El rey es un fanático de las motos de agua, y en honor a ello se hizo construir un palacio en los límites de esta ciudad, justo frente al mar. Su rostro es omnipresente en monedas, billetes, y en uno o más cuadros de distintos tamaños colgados en cada local comercial. La mayor parte de la población lo apoya, quizá por las importantes reformas sociales que ha impulsado. La primavera árabe casi no traspasó las fronteras de su reino. Pero no faltan quienes lo rechazan por liberal: prohibió la poligamia y estableció el derecho de las mujeres a elegir con quien casarse.

La arquitectura antigua y la artesanía bereber son de extraordinaria belleza y muy delicadas en su confección. Mención especial merece la comida, exquisitamente condimentada y servida. La carne y pecado marroquíes son de la mejor calidad.

Mientras nos servimos unos ricos pescados a la parrilla en un mercado tradicional, por un parlante a un metro de mi cabeza comienza a sonar con estridencia un canto místico y desgarrado de alabanza a Alá. Afuera, los creyentes se postran sobre sus alfombras, inclinándose hacia La Meca, en Arabia Saudita. Más arriba, en el cerro que domina Agadir, y junto a unos camellos, se lee en grandes letras arábicas la triada “Alá (Dios), el rey y el pueblo”.

Hace algunos días tuvimos la inmensa felicidad de encontrarnos con nuestros queridos amigos Manuel Matta y Valentina Insulza en Essaouira. Esperamos tengan un tranquilo retorno a Londres!

Nuestro próximo destino será la isla de Tenerife, en Canarias. Desde allá enviaremos nuestro próximo despacho.

Un fuerte abrazo para todos!