De Hoorn a Kaap Hoorn
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Oct 23
#7: La Bretagne Libre
Published at 19:42
Ayer, con las últimas luces del día, divisamos la punta de Saint-Mathieu a babor, con las ruinas de su enorme abadía benedictina y su faro de 37 metros de altura en el borde de la gran costa acantilada.
Nos aproximábamos a la Finisterre, en el extremo Oeste de Bretaña, navegando con viento de ceñida, y con una música celta que nos llegaba de una radio bretona, la que nos inundaba el espíritu de un sentimiento épico.
Hacia el sur se divisaban, fantasmagóricos entre la niebla, los islotes escarpados de la Punta de Pen-Hir.
Un poco más adelante, asomándose entre los acantilados, aparecía el pequeño poblado de Camaret-sur-mer, donde por fin amarraríamos después de cinco días de haber zarpado de Cherbourg, la pequeña ciudad donde se fabrican los submarinos de la Armada de Chile.
La navegación entre Cherbourg y Camaret-sur-Mer estuvo marcada por largas calmas de viento, fuertes corrientes y amenazantes bajos, islas e islotes.
De Cherbourg zarpamos a mediodía, poco después de la pleamar, y avanzamos a gran velocidad hacia el Oeste, con viento de través, alcanzando velocidades de hasta 13 nudos, las mayores hasta ahora.
Al anochecer, cuando ya nos encontrábamos al norte de las Channel Islands (Inglaterra) el viento bajó drásticamente, hasta alcanzar dos nudos.
Entonces retornó la bajamar y, como un péndulo, la corriente en contra nos comenzó a arrastrar de regreso a Cherbourg.
Desde ese momento, fueron dos días los que deambulamos errantes por aguas británicas, al Oeste del archipiélago de las Channel islands, procurando separarnos de las islas Guesney, Jersey y Alderney, con la ayuda de las corrientes y del escaso viento que nos asistía.
Al final del segundo día pasamos muy cerca de la isla Guesney, tanto que a simple vista podíamos ver nítidamente la torre de una iglesia.
Durante la tarde, la corriente vaciante nos empujó nuevamente al Oeste.
Íbamos con todas las velas desplegadas, intentando atrapar hasta el menor suspiro de Eolo, mientras el yate se mecía y las velas se sacudían en un letargo monótono.
Daniela estuvo toda la tarde en la guardia y al timón. Después de cenar, la relevé en esa posición, y mientras todos dormían, el viento comenzó a levantarse lento pero constante. Liberé las botavaras de las retenidas, y cazando las velas, comencé a navegar cada vez más veloz hacia el Oeste. Al día siguiente el viento roló al Este y se mantuvo constante entre los 15 y 20 nudos. Rápidamente, con viento portante, avanzamos hacia las costas de Bretaña, saliendo de aguas británicas.
Hacia la noche, comenzamos a caer a babor, enfilando hacia la Finisterre.
La salida del Canal de la Mancha y entrada al Golfo de Vizcaya requería de nuestra mayor atención, para evitar los peligros de las fuertes corrientes de mareas que existen en el área, y de la gran cantidad de bajos, islotes y rompientes.
Nos encontrábamos a la cuadra de la isla Ouestsant, cuando el viento volvió a abandonarnos casi por completo. La calma total volvía a hacerse presente en un sitio de fuertes corrientes, tal como había ocurrido antes, saliendo de Cherbourg, pero esta vez el peligro era mayor, ya que el entorno estaba plagado de bajos.
Al amanecer, prendimos el motor y navegamos primero hacia el Sur, y luego al Este, dejando por babor la isla Ouestsant, después de que un bimotor se aproximara a nosotros en vuelo rasante, con sus pasajeros mirándonos muy de cerca por las ventanillas.
Cuando comenzábamos a divisar y a "oler" la tierra, Bretaña nos acogió con los brazos abiertos, con un viento de ceñida, que nos llegaba al rostro desde la costa, sobre un mar perfectamente calmo.
Delfines, helicópteros y hasta buques de guerra se cruzaron a nuestra entrada en la gran bahía que llega a la Rada de Brest.
Para nosotros, por cierto, todo ello era una fiesta.
Al dar la vuelta a la isla Ouestsant, hemos completado la travesía del Canal de La Mancha ("La Manche" para los franceses, "English Channel" para los ingleses), superando sus corrientes de mareas, una de las mayores del mundo.
Para mayor mérito de nuestra tripulación, lo hemos conseguido en temporada otoñal, utilizando sólo 3 horas de motor, y navegando de Este a Oeste, desde el Mar del Norte hasta el Golfo de Vizcaya.
Nos aproximábamos a la Finisterre, en el extremo Oeste de Bretaña, navegando con viento de ceñida, y con una música celta que nos llegaba de una radio bretona, la que nos inundaba el espíritu de un sentimiento épico.
Hacia el sur se divisaban, fantasmagóricos entre la niebla, los islotes escarpados de la Punta de Pen-Hir.
Un poco más adelante, asomándose entre los acantilados, aparecía el pequeño poblado de Camaret-sur-mer, donde por fin amarraríamos después de cinco días de haber zarpado de Cherbourg, la pequeña ciudad donde se fabrican los submarinos de la Armada de Chile.
La navegación entre Cherbourg y Camaret-sur-Mer estuvo marcada por largas calmas de viento, fuertes corrientes y amenazantes bajos, islas e islotes.
De Cherbourg zarpamos a mediodía, poco después de la pleamar, y avanzamos a gran velocidad hacia el Oeste, con viento de través, alcanzando velocidades de hasta 13 nudos, las mayores hasta ahora.
Al anochecer, cuando ya nos encontrábamos al norte de las Channel Islands (Inglaterra) el viento bajó drásticamente, hasta alcanzar dos nudos.
Entonces retornó la bajamar y, como un péndulo, la corriente en contra nos comenzó a arrastrar de regreso a Cherbourg.
Desde ese momento, fueron dos días los que deambulamos errantes por aguas británicas, al Oeste del archipiélago de las Channel islands, procurando separarnos de las islas Guesney, Jersey y Alderney, con la ayuda de las corrientes y del escaso viento que nos asistía.
Al final del segundo día pasamos muy cerca de la isla Guesney, tanto que a simple vista podíamos ver nítidamente la torre de una iglesia.
Durante la tarde, la corriente vaciante nos empujó nuevamente al Oeste.
Íbamos con todas las velas desplegadas, intentando atrapar hasta el menor suspiro de Eolo, mientras el yate se mecía y las velas se sacudían en un letargo monótono.
Daniela estuvo toda la tarde en la guardia y al timón. Después de cenar, la relevé en esa posición, y mientras todos dormían, el viento comenzó a levantarse lento pero constante. Liberé las botavaras de las retenidas, y cazando las velas, comencé a navegar cada vez más veloz hacia el Oeste. Al día siguiente el viento roló al Este y se mantuvo constante entre los 15 y 20 nudos. Rápidamente, con viento portante, avanzamos hacia las costas de Bretaña, saliendo de aguas británicas.
Hacia la noche, comenzamos a caer a babor, enfilando hacia la Finisterre.
La salida del Canal de la Mancha y entrada al Golfo de Vizcaya requería de nuestra mayor atención, para evitar los peligros de las fuertes corrientes de mareas que existen en el área, y de la gran cantidad de bajos, islotes y rompientes.
Nos encontrábamos a la cuadra de la isla Ouestsant, cuando el viento volvió a abandonarnos casi por completo. La calma total volvía a hacerse presente en un sitio de fuertes corrientes, tal como había ocurrido antes, saliendo de Cherbourg, pero esta vez el peligro era mayor, ya que el entorno estaba plagado de bajos.
Al amanecer, prendimos el motor y navegamos primero hacia el Sur, y luego al Este, dejando por babor la isla Ouestsant, después de que un bimotor se aproximara a nosotros en vuelo rasante, con sus pasajeros mirándonos muy de cerca por las ventanillas.
Cuando comenzábamos a divisar y a "oler" la tierra, Bretaña nos acogió con los brazos abiertos, con un viento de ceñida, que nos llegaba al rostro desde la costa, sobre un mar perfectamente calmo.
Delfines, helicópteros y hasta buques de guerra se cruzaron a nuestra entrada en la gran bahía que llega a la Rada de Brest.
Para nosotros, por cierto, todo ello era una fiesta.
Al dar la vuelta a la isla Ouestsant, hemos completado la travesía del Canal de La Mancha ("La Manche" para los franceses, "English Channel" para los ingleses), superando sus corrientes de mareas, una de las mayores del mundo.
Para mayor mérito de nuestra tripulación, lo hemos conseguido en temporada otoñal, utilizando sólo 3 horas de motor, y navegando de Este a Oeste, desde el Mar del Norte hasta el Golfo de Vizcaya.
- Name: Camaret-sur-Mer
- Elevation: 0 m
- Latitude: 48° 16’ 47” North
- Longitude: 4° 35’ 18” West
Carlos realizando el mantenimiento a uno de los 11 winches del yate
Cherbourg y su bosque de mástiles
Anochece en las calles de Cherbourg
Nalcas patagónicas en los parques de Cherbourg
Cherbourg
Marite
Últimas millas por el Canal de la Mancha
Canal de La Mancha
Atardecer en La Mancha
Calmas chichas
Un tuto
Atardecer junto a las Channel islands
Newen filosofando en cubierta
Faro de Nividic, junto a la isla de Ouestsant
Newen observa los islotes de la Punta Pen-Hir... tierratierratierra!!!
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